Serie: | NA |
Editora: | Archivo General de la Nación |
géneros: | Historia |
Autores: | Jimenez Grullón, Juan Isidro |
Paginas: | 400 pages |
Compilador: | NA |
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Escribir o
inquirir la verdad acerca del Pater Noster nacional puede considerarse una
herejía en el país que él ideó. Juan Pablo Duarte, perseguido, repudiado,
vejado, vilipendiado, amenazado con ser pasado por las armas, condenado como
traidor a la Patria, advertido, conminado, execrado, desterrado, olvidado, aún
no ha sido comprendido y desentrañado por los dominicanos. Se fábula sobre él y
se llega a tratar como un ser abstracto, etéreo, asexuado, célibe, estéril,
indiferente ante las pasiones humanas; como un santo de altar. Hasta se ha comparado
a nuestro Apóstol con el Mártir del Gólgota. Se ha llegado al colmo de negar
que alguna vez conociera mujer y se asegura que no tuvo descendencia porque
faltan documentos probatorios, ignorando expresamente que sus documentos
personales fueron incinerados por un pariente cercano y los que aparecieron
fueron manipulados por manos extrañas. No se ponen de acuerdo. Muchos que hacen
alarde de ser fieles duartianos son, en el fondo de su alma y, en efecto,
verdaderos santanistas. 10 Juan Isidro Jimenes Grullón Para no «pasar por la
molestia» de asumir al auténtico Duarte –quien es la piedra moral en el camino
de los orcopolitas– los intelectuales comprometidos tratan de exaltarlo
hipócritamente en aspectos baladíes o de escaso significado. Apenas mencionan
el verdadero leitmotiv de su existencia. Fantasean acerca de su fisonomía, del
perfil de su nariz, del color de sus ojos, la forma de su pelo; sobre una
supuesta fortuna en Venezuela. Se mofan de su afán libertario perenne,
pretendiendo ridiculizarlo como un simple sueño. No obstante, raramente
mencionan su constante obsesión de que la patria fuese soberana, libre de
dominio extranjero y de la ambición de los traidores, quienes, desde siempre y
aún hoy, pululan en ella. Hacen abstracción de su acendrado antiimperialismo,
de su afán de que nuestro territorio no fuese hollado, dominado, vendido,
«protegido», anexado, abusado o destruido por fuerzas extrañas o grupos
privilegiados. No se hace referencia a la profecía duartiana, empeño de toda su
vida, de que se hundiría la Isla de no eliminarse las sabandijas que destruyen
el país. El Duarte auténtico debe ser plenamente conocido y reverenciado. El
pueblo dominicano –poseedor de una intríseca vocación y voluntad libertaria– no
merece una caricatura de su progenitor.